Zoraya ter Beek, una joven residente de un tranquilo pueblo en los Países Bajos, ha tomado la difícil decisión de poner fin legalmente a su vida debido a su lucha contra la depresión, el autismo y el trastorno límite de la personalidad. A pesar de tener una relación amorosa y compartir su hogar con dos gatos, ter Beek ha enfrentado desafíos inmensos relacionados con su salud mental.

Después de que los médicos le comunicaran que no había esperanza de mejoría para ella, ter Beek decidió someterse a la eutanasia. Su caso refleja una tendencia creciente en Occidente, donde más personas optan por esta opción frente a padecimientos mentales insoportables.

Stef Groenewoud, especialista en ética de la atención sanitaria, señaló que la eutanasia se ha vuelto más aceptable, especialmente entre jóvenes con trastornos psiquiátricos.

El proceso de eutanasia de ter Beek fue programado para llevarse a cabo en su hogar, con la presencia de su novio. Después de recibir sedantes, un médico le administrará un medicamento para detener su corazón. Ter Beek expresó su deseo de un procedimiento tranquilo y sin música, con la dispersión de sus cenizas en un lugar especial en el bosque.

Los Países Bajos, que legalizaron el suicidio asistido en 2001, han visto un aumento constante en el número de personas que eligen esta opción. Sin embargo, los críticos argumentan que ha fomentado una cultura de muerte y ha contribuido al aumento de los casos de suicidio.

Ter Beek anunció su decisión de abandonar las redes sociales antes de su fallecimiento, destacando que fue un honor compartir su experiencia con quienes estaban abiertos a entender su situación.